Desespere en un segundo, y el llanto se asomo a mis ventanales. Lagrimas y temores que se alejaron con la lluvia de verano, preocupaciones que se disiparon por el tiempo. Nunca olvidaré ese momento, sin pensarlo quise hacer algo que me pudo costar la vida, pero medi las consecuencias a tiempo. Ahora estoy aquí, sana y salva. Danto vueltas por la esquina, creyendo que pequeñas gotas refrescarian el camino, cuadra a cuadra, aumenta la humedad en la calle, y la gente busca no mojarse. Como una niñá voy por medio de la calle, mirando a los demás, riendo como si nada pasará. Minutos más tarde, llego a mi destino, sin un pelo seco, con las puertas cerradas, nuevamente solo me toca regresar con las manos vacías, para algun día podre regresar allá donde estás tu. En mi cuerpo ya se sentía frío, el calor ya había bajado y la lluvia aumentaba. Muy amablemente, un niño me ofrece un paraguas que llega de maravilla, para no empaparme ´más. Mis ojos brillan, sorprendida y sedienta porque el pueblo es diferente.
Soy solo una caminante y no hay un banco seco en el que pueda descansar...
Soy solo una caminante y no hay un banco seco en el que pueda descansar...